El aire interior está de promedio entre 2 y 5 veces más contaminado que el aire exterior. Una mala calidad del aire por la presencia en concentraciones elevadas de partículas finas en suspensión (PM2,5) procedentes del medio natural o de la actividad humana (antropogénicas) supone un importante riesgo para la salud, pudiendo provocar enfermedades y afectando al bienestar, creatividad y toma de decisiones.
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